domingo, 19 de enero de 2014

Muerte en la segunda parte de Don Juan Tenorio

               En esta entrada seguiremos analizando la muerte en el Don Juan Tenorio, pero en este caso nos centraremos en su última parte.
                La muerte es el tema que marca toda esta segunda parte. Desde el inicio, encontramos un ambiente mortuorio al encontrarse don Juan con el cementerio donde están enterradas todas aquellas personas a las que el mismo dio fin, ya sea de manera directa o indirecta. Una vez allí, don Juan se muestra desafiante ante la propia muerte y sin ningún tipo de remordimiento:
JUAN. Hombre es don Juan que, a
querer,
volverá el palacio a hacer
encima del panteón.
ESCULTOR.  ¿Tan audaz ese hombre es
que aun a los muertos se atreve?
JUAN. ¿Qué respetos gastar debe
con los que tendió a sus pies?

                La muerte de doña Inés se debe a al amor que sentía por don Juan, a ese “loco amor” al que ya hicimos referencia en la entrada anterior. Esta es la única muerte ante la que el protagonista muestra cierto pesar.
                En la tercera escena, don Juan establece un monologo referido a los muertos que están en el panteón en el que intenta mostrarse como un ser piadoso e incluso bondadoso al afirmar que aunque les quitó la vida también les dio buena sepultura. Recuerda así a la escena de la primera parte en la que asesina tanto al comendador como a don Luis y les culpabiliza de su mal. No obstante, hay un cambio de actitud cuando se dirige a doña Inés. En este caso, sí que siente la perdida de la joven y se culpabiliza de su muerte:
¡Oh! Acaso me los inspira
desde el cielo, en donde mora,
esa sombra protectora
que por mi mal no respira.
***
Inocente doña Inés,
cuya hermosa juventud
encerró en el ataúd
quien llorando está a tus pies;
E incluso por primera vez le vemos hablar sobre su propia muerte de manera positiva, queriendo estar al lado de su amada:
DON JUAN: […]si de esa piedra a través
puedes mirar la amargura
del alma que tu hermosura
adoró con tanto afán,
prepara un lado a don Juan
en tu misma sepultura.
                En la siguiente escena, el alma de doña Inés habla con don Juan y le cuenta que ofreció su alma a Dios a cambio de salvar la de su amado, y que por tanto solo depende de él, que al morir ambos se salven o acaben en el infierno. Esta es la forma en la que don Juan se entera de que su muerte está ya próxima y lo que queda de obra será el plazo que se le concede al protagonista para poder arrepentirse de todo lo que ha hecho en el pasado y poder así salvarse. 
                La muerte de don Juan llega a manos del capitán Centellas al final del segundo acto en un duelo. De nuevo estamos ante una muerte relacionada con el honor, en este caso el de haberse insultado ambos y tacharse de mentirosos. Vemos de nuevo, como para un caballero de esta época el honor va por delante de la vida.
JUAN. ¡Mentís!
CAPITÁN CENTELLAS. Vos.
JUAN. Vos, capitán.
CAPITÁN CENTELLAS. Esa palabra, don Juan...
JUAN. La he dicho de corazón.
Mentís; no son a mis bríos
menester falsos portentos,
porque tienen mis alientos
su mejor prueba en ser míos.
                En el último acto de la obra, nos situamos de nuevo en el cementerio donde se abrió está segunda parte. Parece en principio que don Juan sigue vivo y ha asesinado al capitán Centellas y Avellanedas, pero conforme transcurre este acto, vemos como el protagonista está ya muerto y ha expirado su plazo para arrepentirse y conseguir su salvación:
ESTATUA. Aprovéchale con tiento,
(Tocan a muerto.)
porque el plazo va a expirar,
y las campana doblando
por ti están, y están cavando
la fosa en que te han de echar.
(Se oye a lo lejos el oficio de difuntos.)
JUAN. ¿Conque por mí doblan?
ESTATUA. Sí.
JUAN. ¿Y esos cantos funerales?
ESTATUA. Los salmos penitenciales,
que están cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de hachones, y rezan dentro.)
JUAN. ¿Y aquel entierro que pasa?
ESTATUA. Es el tuyo.
JUAN. ¡Muerto yo!
ESTATUA. El capitán te mató
a la puerta de tu casa.
                Recuerda mucho esta escena a la de El estudiante de Salamanca, cuando don Félix de Montemar también está muerto al haber caído en duelo, y es testigo de su propio funeral, cuando él cree haber salido victorioso de ese duelo. De aquí al final, hay un dialogo entre la estatua de don Gonzalo, quien quiere llevárselo al infierno por no haber aprovechado ese plazo que se le dio para salvarse y doña Inés, quien finalmente consigue salvarlo, no por los méritos de él, sino por los de ella.
                En conclusión, la muerte esta omnipresente en toda esta parte del Don Juan  y aparece como único destino de todos los protagonistas, los cuales han de resignarse ante ella y  únicamente pueden elegir su salvación o su perdición antes de que esta los alcance.

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