domingo, 26 de enero de 2014

Don Juan Tenorio, drama fantástico



 
Esta obra está cargada de elementos fantásticos, irreales, que nos acercan a la muerte. La aparición de la sombra de Doña Inés en el cementerio y la desaparición de las esculturas de sus tumbas, plasma de un tenebrismo fantástico la parte segunda de esta obra.

Hay que decir, que todos estos elementos tan fuera de nuestra realidad tienen una connotación religiosa importante, ya que  desde el más allá, ese lugar en el que nuestro protagonista no cree hasta el final, es de donde salen esas sombras, esos espectros y esos muertos que bien para advertir o para llevarse a Don Juan, vuelven al mundo de los vivos.

ESTATUA.           El de la ira omnipotente,
do arderás eternamente
por tu desenfreno ciego.
JUAN.                   ¿Conque hay otra vida más
y otro mundo que el de aquí?
¿Conque es verdad, ¡ay de mí!,
lo que no creí jamás?
¡Fatal verdad que me hiela
la sangre en el corazón!
Verdad que mi perdición
solamente me revela.

La estatua cobra vida y persigue a Don Juan con un mensaje, él ha sido un pecador y existe otro mundo más allá de la muerte por lo tanto está condenado por sus acciones en vida, le esperan las sombras y la desolación. Más tarde, esta visión fantástica de una de sus víctimas le confiesa que su hora ha llegado. Una acción sorprendente y fantástica se descubre cuando la estatua le confiesa a Don Juan que ya está muerto. A igual que en El estudiante de Salamanca, el protagonista no es consciente de su propia muerte hasta que un tercero se lo comunica cuando el mismo presencia su entierro. Se muestra en la figura de Don Juan el arrepentimiento fruto del miedo a la condena que sin duda cree que va a padecer por tan terribles acciones. Por el doblan las campanas, pero desconocía que estaba muerto, por lo tanto imagina la ira de Dios y no imagina que el amor de Doña Inés intercedió por él hace tiempo.

JUAN.                   ¿Conque por mí doblan?
ESTATUA.           Sí.
JUAN.                   ¿Y esos cantos funerales?
ESTATUA.           Los salmos penitenciales,
que están cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de hachones, y rezan dentro.)
JUAN.                   ¿Y aquel entierro que pasa?
ESTATUA.           Es el tuyo.
JUAN.                   ¡Muerto yo!
ESTATUA.           El capitán te mató
a la puerta de tu casa.
JUAN.                   Tarde la luz de la fe
penetra en mi corazón,
pues crímenes mi razón
a su luz tan sólo ve.
Los ve... con horrible afán
porque al ver su multitud
ve a Dios en la plenitud
de su ira contra don Juan.

Así va siendo consciente de esa realidad, de la justicia divina, y se da el arrepentimiento propio del condenado a muerte, ese miedo a la eternidad en dolor, lo lleva al  arrepentimiento. Una vez  descubre la oportunidad que el amor de Doña Inés le ha otorgado de redimirse y ascender junto a ellas a los cielos, sin tener que purgan ninguno de sus pecados, se entrega a Dios y al amor de Inés siendo perdonado.

Ana García Romero

Don Juan Tenorio, drama religioso


Como bien se expresa en el título de la obra, Don Juan Tenorio es un drama religioso-fantástico, a continuación hablaremos brevemente de la escena V del acto primero de la parte segunda, donde en un escenario lúgubre y romántico se dan lugar estas referencias religiosas claras.

            Cinco años después de haber huido de Sevilla tras acabar con la vida de Don Luis Mejía y Don Gonzalo de Ulloa, Don Juan Tenorio regresa a casa de su padre. Éste ha fallecido en su ausencia, y para su sorpresa, su casa es ahora un cementerio que alberga las tumbas de Doña Inés, muerta de soledad y amor tras su abandono, y los dos muertos por la espada de Don Juan. La tumba de Doña Inés es una sorpresa ya que no sabía que se encontraba muerta, de repente se le aparece la sombra de Inés.


SOMBRA.            Yo soy doña Inés, don Juan,
que te oyó en su sepultura.
JUAN.                   ¿Conque vives?
SOMBRA.            Para ti;
Mas tengo mi purgatorio
en ese mármol mortuorio
que labraron para mí.
Yo a Dios mi alma ofrecí
en precio de tu alma impura,
y Dios, al ver la ternura
con que te amaba mi afán,
me dijo «Espera a don Juan
en tu misma sepultura.
Y pues quieres ser tan fiel
a un amor de Satanás,
con don Juan te salvarás,
o te perderás con él.
Por él vela: mas si cruel
te desprecia tu ternura,
y en su torpeza y locura
sigue con bárbaro afán,
llévese tu alma don Juan
de tu misma sepultura.»


Inés al verse sola y abandonada muere, al llegar ante Dios sigue enamorada de Don Juan a pesar de todo lo que le había ocasionado, le cede su alma en compensación al alma pecadora de nuestro protagonista y Dios le otorga la oportunidad de esperarlo en su sepultura. Si Don Juan se redime de todos los pecados y gana el amor hacia Doña Inés, ellos tendrán el perdón y la ascensión a los cielos; si por el contrario sigue pecando y no se arrepiente, tanto él como Doña Inés sucumbirán en las sombras.

Esta prueba de amor solo es capaz de realizarla un alma cándida y limpia como la de Inés, y la forma de Dios para ponerla a prueba es ese purgatorio en el que vive hasta que regresa Don Juan. Dios, la religión, y el purgatorio como lugar de detrimento de los pecados por los que paga Inés en su nombre y en el de su amado, nos muestran que hay una religiosidad real y una creencia autentica, prácticamente fantástica de la obra de Dios en el libro.

Es perdonado  Don Juan gracias al amor que Inés le procesa y por el que espera cinco años a que regrese para morir y vivir eternamente juntos. El cristianismo que ofrece la opción  de la redención a todo pecador momentos antes de la muerte es el que vemos reflejado aquí. Aunque pareciera que unas acciones como la de nuestro protagonista jamás hubieran podido ser perdonadas por la justicia divina, una fuerza igualmente grande como la del amor que le procesa su amada, intercede por él hasta conseguir el arrepentimiento de Don Juan y el consiguiente descanso eterno junto a Doña Inés.


Ana García Romero

La muerte en Don Juan Tenorio



  En esta reseña hablaremos del tema de la muerte en la obra Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Este tema está muy presente en toda  la obra ya que a través de ella se nos presentara la personalidad verdadera de los personajes.
  Nos centraremos primero en la muerte de Doña Inés. Esta muerte se produce en la primera parte de la obra. La mujer muere porque cree que su amado (Don Juan Tenorio) no vendrá a por ella después de estar mucho tiempo esperándole. Aquí se nos refleja una idea propia del romanticismo, en la cual la única solución que  se encuentra a todas las penas es la muerte. Es una vía de descanso al tormento que sufre en vida.
  En la segunda parte de la obra, Don Juan tenorio volverá cinco años después de huir por culpa de dar muerte al Comendador y a Luis Mejía. Cuando aparece en escena se nos presenta un cementerio, concretamente el panteón de los Tenorio. Este tipo de escenario, o los lugares oscuros cobran bastante importancia en  el XIX, porque querían acabar con lo que suponía la época anterior (Clasicismo) que representaría lo “claro”. En este panteón  se encuentran enterrados el Comendador, Don Luis Mejía y sorprendentemente  Doña Inés.  Esto destroza a Don Juan Tenorio, no se esperaba para nada que su amada yaciese allí. Con tristeza y respeto le habla a la estatua que representa a Doña Inés. Es un monologo en el cual se muestra a un Tenorio muy sensible, sollozando por una mujer, lamentándose de no haber estado con ella cuando más lo necesitaba.
  De repente la sombra de Doña Inés habla a nuestro protagonista avisándole de que ella está ahí esperando que el protagonista, cambie su actitud para poder reunirse con ella, si no vivirán los dos en desventura,  algo que se podría identificar con el infierno. Pues bien este es el primer contacto de Tenorio con un fantasma, el queda alucinado de lo que acaba de presenciar y por supuesto su mente racional le hace pensar que todo ha sido producto de su imaginación, sin centrarse en las palabras que le han dicho la difunta doña Inés.
  Parece ser que nuestro protagonista está muy seguro de que es todo un sueño, y no muestra ningún tipo de miedo hacia los fenómenos que empieza a ver en el cementerio:

¡Alzaos, fantasmas vanos, 
y os volveré con mis manos
a vuestros lechos de piedra!
No; no me causan pavor
vuestros semblantes esquivos;
jamás ni muertos ni vivos,
humillaréis mi valor.

  El concepto de realidad- ficción  da lugar a una confusión mental en el protagonista. Su mente piensa que no puede ser verdad que unos fantasmas sean capaces de hablar con una persona humana. Tal es su desesperación por saber si está loco, que invita a sus amigos Centellas y Avellaneda a una cena. Antes de realizar la cena se decide a ir hasta el sepulcro del Comendador y provocarle e invitarle a la velada que tiene planeada. Lo que no se esperaba es que la estatua de El Comendador iba a aparecer en aquella cena recordándole que Dios le daba un día para arreglar su conciencia. 
  Ahora nos centraremos en la muerte del protagonista Don Juan tenorio. En principio el protagonista se presenta otra vez en el panteón y habla con la estatua de El comendador advirtiéndole que viene como habían quedado. Aquí El comendador le dice que tiene un reloj en el cual se encuentra el tiempo de vida que le queda para poder tener un mejor fin.
  El Comendador empieza a increparle diciéndole que no conseguirá poder limpiar su conciencia porque ha cometido muchos males. Pero cuando estaba a punto de ser llevado al infierno Tenorio pide clemencia a Dios:
Suéltala, que si es verdad
que un punto de contrición
da a un alma  la salvación
de toda una eternidad,
yo, santo Dios, creo en ti;
si es mi maldad inaudita,
tu piedad es  infinita...
¡Señor ten en piedad de mí!

  Pero cuando el protagonista siente como El Comendador le desafía para llevárselo al infierno si no se arrepiente de sus actos malignos, se da cuenta de que existe vida después de la muerte, de que hay un más allá que le puede llevar a una vida eterna y feliz.
  Como hemos podido observar anteriormente en la obra,  el protagonista muestra un ateísmo completo por la religión en general. Quizás por eso es normal que no sienta ningún desprecio al espacio del cementerio. Y se tome a broma las apariciones de los fantasmas.

  Con esto, podemos observar un cambio que se produce con la llegada de la época del romanticismo, ya que El “don juan” del siglo anterior pagaba por sus pecados en el infierno. En esta ocasión el movimiento del romanticismo, atraído por personajes rebeldes que no se dejaban llevar por lo que los demás dijesen, y llenos de libertad quisieron que este personaje pudiera reflexionar sobre su vida y escoger si salvarse o no.  En este caso el personaje reflexiona y su amada Doña Inés lo recoge para que juntos puedan vivir su amor en el cielo.

Comparacion Don Juan Tenorio



  Don Juan Tenorio es una de las mejores obras del gran autor José Zorrilla, y se podría decir que es la más conocida o por lo menos la de mayor prestigio desde que se publicó hasta la actualidad. Se trata de un drama romántico que cuenta la historia de un caballero que vive una vida llena de relajación, de aventuras y sobretodo es una persona a la cual le gusta apostarse cosas. En una de estas apuestas propone junto con otro hombre, Luis Mejía, haber quien seducía a más doncellas y quien mataba a más hombres en las batallas. El comendador, padre de Doña Inés (prometida de Don Juan), se entera de la apuesta y decide darle muerte. Este y Luis Mejía se batirán en duelo con Don Juan Tenorio resultando vencedor este último. Por este motivo tendrá que huir y dejar abandonada a Doña Inés. Ella  morirá después de un tiempo creyendo que ya nunca volverá a reencontrarse con su amado.
  Como podemos observar, esta obra presenta muchas similitudes con El estudiante de Salamanca, ya que en ambos casos el protagonista es un vividor al que solo le importa él mismo y no tiene en cuenta los sentimientos de las personas. También se nos presenta una dama en este caso Doña Inés (que se identificaría con Doña Elvira), la cual muere por el amor que siente hacia el protagonista.
  Don Juan Tenorio también dudará siempre de todo lo que no se pueda explicar a través de la razón, e intentara convencerse de si las apariciones de los fantasmas que ve en el cementerio(escenario muy importante en esta obra) son propias de su imaginación o son por el contrario verdad.

  Hasta aquí más o menos podríamos decir que son historias muy parecidas pero lo que marca la distinción entre ambas es que Don Juan Tenorio, después de las advertencias que le dan los fantasmas de la obra para escoger el camino al infierno o al cielo de la mano de Doña Inés, reflexiona, y se arrepiente de todos los malos actos que ha cometido, despojándose de ellos para seguir compartiendo el amor hacia su amada aunque sea en la otra vida. Aquí se demuestra que la figura del “Don Juan” de la época medieval todavía resuena y que a pesar de darle un toque romántico con temas muy escabrosos, el amor y la bondad en este caso triunfan

martes, 21 de enero de 2014

Don Juan Tenorio

La muerte en Don Juan Tenorio es un tema que abarca diferentes posibilidades. Anteriormente hablé de la muerte de doña Inés y ahora describiré la de don Juan.
El pueblo va a creer que don Juan murió a manos de sus víctimas que se puede interpretar también que entre sus víctimas está el comendador. Cuando se produce el desafío, da la impresión de que don Juan muere. En el momento que aparece la estatua de don Gonzalo, se oye un oficio de difuntos y don Juan pregunta de quién es el oficio. Hay un juego temporal que permite considerar que don Juan murió en el desafío. Más tarde existe un plazo entre la separación del alma para lo que transcurre en un nuevo plazo: la noche con las estatuas.
El trágico suceso es muy singular, en primer lugar, tal como he dicho antes, porque no se da cuenta hasta que ve su propio entierro:

DON JUAN: ¿Y aquel entierro que pasa?     
ESTATUA: Es el tuyo.
DON JUAN: ¡Muerto yo!
ESTATUA: El capitán te mató
a la puerta de tu casa.

Y en segundo lugar porque el milagro de la salvación de Dios gracias a doña Inés no lo sabe nadie y los demás pensarán que ha muerto a manos de los enemigos. Él cree que es justo que muera así si a cambio tiene la clemencia de Dios.

DON JUAN: Clemente Dios, ¡gloria a Ti!     
Mañana a los sevillanos        
aterrará el creer que a manos           
de mis víctimas caí.    
Mas es justo; quede aquí       
al universo notorio,   
que pues me abre el purgatorio        
un punto de penitencia,         
es el Dios de la clemencia     
el Dios de DON JUAN TENORIO.

Don Juan dice “me abre el purgatorio”  y con eso nos lleva al momento en el que le enseña todos sus pecados a Dios ya que está muy seguro que con ello podrá ir al paraíso.


En la obra es tan importante la muerte de doña Inés como la de don Juan, pues es un suceso encadenado del otro, es decir, tras la muerte de doña Inés ésta hace un pacto con Dios para salvarse en el momento en el que don Juan muera con sus pecados arrepentidos y así los dos vean la salvación cristiana. Con esto vemos que el tema de la religión cristiana y su cultura está muy arraigada a la obra como es que uno debe de arrepentirse antes de morir de todos su pecados para poder llegar al paraíso y estar en paz eternamente o también que el Dios cristiano perdona hasta al más truhan sin ningún tipo de venganza. 

domingo, 19 de enero de 2014

Muerte en la segunda parte de Don Juan Tenorio

               En esta entrada seguiremos analizando la muerte en el Don Juan Tenorio, pero en este caso nos centraremos en su última parte.
                La muerte es el tema que marca toda esta segunda parte. Desde el inicio, encontramos un ambiente mortuorio al encontrarse don Juan con el cementerio donde están enterradas todas aquellas personas a las que el mismo dio fin, ya sea de manera directa o indirecta. Una vez allí, don Juan se muestra desafiante ante la propia muerte y sin ningún tipo de remordimiento:
JUAN. Hombre es don Juan que, a
querer,
volverá el palacio a hacer
encima del panteón.
ESCULTOR.  ¿Tan audaz ese hombre es
que aun a los muertos se atreve?
JUAN. ¿Qué respetos gastar debe
con los que tendió a sus pies?

                La muerte de doña Inés se debe a al amor que sentía por don Juan, a ese “loco amor” al que ya hicimos referencia en la entrada anterior. Esta es la única muerte ante la que el protagonista muestra cierto pesar.
                En la tercera escena, don Juan establece un monologo referido a los muertos que están en el panteón en el que intenta mostrarse como un ser piadoso e incluso bondadoso al afirmar que aunque les quitó la vida también les dio buena sepultura. Recuerda así a la escena de la primera parte en la que asesina tanto al comendador como a don Luis y les culpabiliza de su mal. No obstante, hay un cambio de actitud cuando se dirige a doña Inés. En este caso, sí que siente la perdida de la joven y se culpabiliza de su muerte:
¡Oh! Acaso me los inspira
desde el cielo, en donde mora,
esa sombra protectora
que por mi mal no respira.
***
Inocente doña Inés,
cuya hermosa juventud
encerró en el ataúd
quien llorando está a tus pies;
E incluso por primera vez le vemos hablar sobre su propia muerte de manera positiva, queriendo estar al lado de su amada:
DON JUAN: […]si de esa piedra a través
puedes mirar la amargura
del alma que tu hermosura
adoró con tanto afán,
prepara un lado a don Juan
en tu misma sepultura.
                En la siguiente escena, el alma de doña Inés habla con don Juan y le cuenta que ofreció su alma a Dios a cambio de salvar la de su amado, y que por tanto solo depende de él, que al morir ambos se salven o acaben en el infierno. Esta es la forma en la que don Juan se entera de que su muerte está ya próxima y lo que queda de obra será el plazo que se le concede al protagonista para poder arrepentirse de todo lo que ha hecho en el pasado y poder así salvarse. 
                La muerte de don Juan llega a manos del capitán Centellas al final del segundo acto en un duelo. De nuevo estamos ante una muerte relacionada con el honor, en este caso el de haberse insultado ambos y tacharse de mentirosos. Vemos de nuevo, como para un caballero de esta época el honor va por delante de la vida.
JUAN. ¡Mentís!
CAPITÁN CENTELLAS. Vos.
JUAN. Vos, capitán.
CAPITÁN CENTELLAS. Esa palabra, don Juan...
JUAN. La he dicho de corazón.
Mentís; no son a mis bríos
menester falsos portentos,
porque tienen mis alientos
su mejor prueba en ser míos.
                En el último acto de la obra, nos situamos de nuevo en el cementerio donde se abrió está segunda parte. Parece en principio que don Juan sigue vivo y ha asesinado al capitán Centellas y Avellanedas, pero conforme transcurre este acto, vemos como el protagonista está ya muerto y ha expirado su plazo para arrepentirse y conseguir su salvación:
ESTATUA. Aprovéchale con tiento,
(Tocan a muerto.)
porque el plazo va a expirar,
y las campana doblando
por ti están, y están cavando
la fosa en que te han de echar.
(Se oye a lo lejos el oficio de difuntos.)
JUAN. ¿Conque por mí doblan?
ESTATUA. Sí.
JUAN. ¿Y esos cantos funerales?
ESTATUA. Los salmos penitenciales,
que están cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de hachones, y rezan dentro.)
JUAN. ¿Y aquel entierro que pasa?
ESTATUA. Es el tuyo.
JUAN. ¡Muerto yo!
ESTATUA. El capitán te mató
a la puerta de tu casa.
                Recuerda mucho esta escena a la de El estudiante de Salamanca, cuando don Félix de Montemar también está muerto al haber caído en duelo, y es testigo de su propio funeral, cuando él cree haber salido victorioso de ese duelo. De aquí al final, hay un dialogo entre la estatua de don Gonzalo, quien quiere llevárselo al infierno por no haber aprovechado ese plazo que se le dio para salvarse y doña Inés, quien finalmente consigue salvarlo, no por los méritos de él, sino por los de ella.
                En conclusión, la muerte esta omnipresente en toda esta parte del Don Juan  y aparece como único destino de todos los protagonistas, los cuales han de resignarse ante ella y  únicamente pueden elegir su salvación o su perdición antes de que esta los alcance.

sábado, 18 de enero de 2014

Don Juan Tenorio

En el invierno de 1844 se estrenó en Madrid Don Juan Tenorio, drama inspirado en un legendario personaje español sobre el que ya había escrito antes Tirso de Molina, Goldoni, Merimée y Dumas, entre otros. La obra alcanzó un éxito enorme; el público memorizó rápidamente los fáciles versos en que estaba escrita, y la fama de su autor, José Zorrilla, que acababa de cumplir 27 años, llegaba a su punto más alto.

El tema de la muerte en Don Juan Tenorio podemos verla en Doña Inés que muere de pena por el amor de don Juan, así cuenta el escultor a don Juan tal suceso:

ESCULTOR:
Dicen que de sentimiento 
cuando de nuevo al convento      
abandonada volvió
   por don Juan.

En los siguientes  versos escogidos está expuesto el fervor de don Juan al darse cuenta de lo sucedido, incluso clama poder volver darle a vida a doña Inés:

DON JUAN:
   ¡Ah! Mal la muerte podría          
deshacer con torpe mano 
el semblante soberano     
que un ángel envidiaría.   
   ¡Cuán bella y cuán parecida     
su efigie en el mármol es!
¡Quién pudiera, doña Inés,           
volver a darte la vida!        
   ¿Es obra del cincel vuestro?

El morir por amor viene de la lírica provenzal aunque en toda la historia de la literatura lo encontramos como es en el renacimiento con La celestina o incluso en los sonetos de Garcilaso de la Vega. Este tópico es un deseo de morir ante el dolor incontenible de un enamorado con un amor no correspondido o con una desilusión amorosa. Este penoso sentimiento viene de la cultura cristiana, pues con la muerte acaba el sufrimiento. 

La muerte de doña Inés va a servir a don Juan para darse cuenta de lo inmoral que ha sido su actuación. Vemos a un don Juan arrepentido, por la tanto, la muerte es un puente para la salvación su alma y lo es por doña Inés. con esto se puede decir que el tema aquí tratato es conjunto al honor, el honor de la cristiandad. 

Por consiguiente, hay una inexplicable fuerza del amor que transforma la mente y el comportamiento de don Juan. Esta última parte de la obra es una lección moral del bien y la inocencia triunfando sobre mal. 

viernes, 17 de enero de 2014

Muerte en la primera parte de Don Juan Tenorio

                En esta entrada vamos a comentar de qué manera aparece la muerte en la primera parte del Don Juan Tenorio de Zorrilla.
                Las muertes más representativas en esta primera parte son las de Don Luis, el oponente de don Juan y sobre todo la de Don Gonzalo, padre de Inés.  Desde el principio de la obra, la muerte está presente en relación con la honra de los personajes:

DON GONZALO: ¡Insensatos! ¡Vive Dios
que a no temblarme las manos
a palos, como a villanos,
os diera muerte a los dos!
***
DON GONZALO: El mismo soy.
Y adiós, don Juan: mas desde
hoy
no penséis en doña Inés.
Porque antes que consentir
en que se case con vos,
el sepulcro, ¡juro a Dios!,
por mi mano la he de abrir.

                Estas primeras alusiones a la muerte aparecen ya en la escena XII del primer acto, y se ve como la muerte no es el mayor de los males para los hombres de esta época, sino que la perdida de la honra es para un padre la mayor humillación a la que se puede someter una hija, pues también supone la pérdida de la honra de la familia. Hay que recordar que don Juan en el drama encarna los valores del mal, y por tanto es lógico que Don Gonzalo prefiera la muerte de Inés siendo un alma pura, a que acabe casada con él, ya que esto supondría su perdición.
                Esta relación entre honor y vida o muerte también se aprecia en el monologo de Don Luis Mejía en el comienzo del segundo acto:
DON LUIS MEJÍA:
Ya estoy frente de la casa
de doña Ana, y es preciso
que esta noche tenga aviso
de lo que en Sevilla pasa.
No di con persona alguna,
por dicha mía... ¡Oh, qué afán!
Pero ahora, señor don Juan,
cada cual con su fortuna.
Si honor y vida se juega,
mi destreza y mi valor,
por mi vida y por mi honor,
jugarán...;
mas alguien llega.

                Estas alusiones entre vida y honor se van a repetir a lo largo de toda la primera parte.  En esta primera parte también se relaciona la muerte con el amor, en el proceso de conquista de don Juan a doña Inés:
BRÍGIDA.  Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza, don Juan.
La hablé del amor, del mundo,
de la corte y los placeres,
de cuánto con las mujeres
erais pródigo y galán.
La dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo: os he pintado
muerto por ella de amor,
desesperado por ella
y por ella perseguido,
y por ella decidido
a perder vida y honor.
***
BRÍGIDA.  ¡Pobre mancebo!
Desairarle así, sería
Matarle.
INÉS. ¿Qué estás diciendo?
BRÍGIDA.  Si ese horario no tomáis,
tal pesadumbre le dais
que va a enfermar
; lo estoy
viendo.
***
INÉS. (Lee.) «En vano a apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia,
no hoguera ya, volcán es.
Y yo, que en medio del cráter
desamparado batallo,
suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés

                Se hace así referencia a un tema recurrente en la literatura española: amor y enfermedad. Esto ya está presente desde la Edad Medía, como por ejemplo ocurre en La Celestina donde Calisto enferma por el amor de Melibea: el amor lleva a un estado de locura donde el enamorado no siente ni padece, y solo puede pensar en su amada. Es conocido como aegritudo amoris o el loco amor. En este caso, por parte de don Juan, sabemos que todo esto no es más que un ardid para poder conseguir que doña Inés caiga rendida ante él.
                Por último, la muerte real aparece en el último acto, cuando don Luis va a cumplir la apuesta: morir por haber perdido. Aunque como él mismo dice, al ser un caballero no es digno que muera sin poder defenderse, aparte de haberla perdido por otro ardid de don Juan, por lo que nove válida la victoria de este. Toda esta escena relaciona, como antes se mencionó, a la muerte con la perdida de la honra.  Don Luis, para recuperarla necesita matar a aquel que se la arrebato o morir en el intento:

JUAN. Decid, pues: ¿a qué venís
a esta hora y con tal afán?
LUIS. Vengo a mataros, don Juan.
***
JUAN. No más de lo que podéis.
Y por mostraros mejor
mi generosa hidalguía,
decid si aún puedo, Mejía,
satisfacer vuestro honor.
Leal la apuesta os gané;
mas si tanto os ha escocido,
mirad si halláis conocido
remedio, y le aplicaré.
LUIS. No hay más que el que os he
propuesto,
don Juan. Me habéis maniatado,
y habéis la casa asaltado
usurpándome mi puesto;
y pues el mío tomasteis
para triunfar de doña Ana,
no sois vos, don Juan, quien
gana,
porque por otro jugasteis.

                En medio de esta trifulca aparece también el comendador reclamando el honor perdido de su hija con la muerte de don Juan:
DON GONZALO.  Miserable,
tú has robado a mí hija Inés
de su convento, y yo vengo
por tu vida, o por mi bien
.


Don Juan acaba matando a ambos y reprochándoles que sean instigadores de su caída y de su mal, pues durante toda la discusión él ha intentado mostrarse arrepentido y dar otra solución al problema, que no acabase con la muerte de nadie. Trata así de invertir los papeles, lo cual se entiende como una situación bastante irónica, pues él ha sido el que ha conducido al mal tanto a doña Inés como doña Ana, y además ha conseguido dar muerte a aquellos que trataban de restaurar su honra, con lo cual se puede ver esta situación final como el triunfo del mal sobre el bien. 


sábado, 11 de enero de 2014

El estudiante de Salamanca

El estudiante de Salamanca es una obra de José de Espronceda  que forma parte de la última parte del tomo de Poesías de 1840. Lleva como subtítulo cuento fantástico, que orienta sobre su género.
Es una obra dividida en cuatro partes desiguales y basadas en varias leyendas y tradiciones, difundidas en obras antiguas y contemporáneas.

La mujer enamorada y muerta de amor vuelve convertida en un misterio, encarnación de un sentido simbólico y ambiguo que en algún momento el poeta compara a la esperanza, pero que conduce a la muerte. Don Félix pasa ser un libertino y desgarrado doble de don Juan a ser la figura de la desesperación y la rebeldía, enfrentándose al castigo divino. Por lo tanto, la obra supone la articulación de dos grandes temas: la desolación producida por el amor imposible y la rebeldía total hasta la muerte.

Murió de amor la desdichada Elvira,                      
cándida rosa que agostó el dolor,                
süave aroma que el viajero aspira   
y en sus alas el aura arrebató.                     
Vaso de bendición, ricos colores                 
reflejó en su cristal la luz del día,                
mas la tierra empañó sus resplandores,                 
y el hombre lo rompió con mano impía.

Estos versos lo encontramos en la parte segunda en el que hay un retrato de doña Elvira, víctima, y muerte de ésta. Precisamente vemos cuando muere Elvira. Se presenta a una mujer en contraste a lo que nos ha caracterizado Félix de Montemar- segundo don Tenorio, rebelde en contra de la sociedad-. Elvira es un personaje femenino con papel de víctima del hombre, con sentimiento de culpa, se deja arrastrar por su pasión amorosa aun sabiendo que no va acabar bien. Ella acepta su muerte al carecer de otra ilusión que no sea el amor de Félix de Montemar. Por la tanto, los personajes opuestos hacen que el del papel de la víctima se realce más.

En definitiva, el tema de la muerte en este poema se ve reflejado de dos formas diferentes: la muerte de la víctima por la frustración del amor y la del protagonista rebelde que es atrapado por la muerte presentada en cuerpo de Elvira. 

viernes, 10 de enero de 2014

Extraña muerte de Montemar

  

  A lo largo de toda obra de El estudiante de Salamanca  se puede observar  un tono  bastante sombrío y oscuro. Esta manera de concebir la obra nos viene, por la forma que tiene el autor de describirnos ciertos temas o situaciones. Esto es una característica que se repite en el movimiento romántico ya que es muy usual que el autor nos refleje este tipo de tenebrosidad a lo largo de lo que va contando.

  En principio  nos vamos a centrar en uno de los elementos más recurrido por los románticos: la muerte, ya que en El estudiante de Salamanca tiene un papel muy importante. Toda la acción comienza, podríamos decir, con la muerte de Doña Elvira. Pues bien, este personaje muere por la pena que le produce que el protagonista, Don Félix de Montemar, la engañe en cuanto a sus sentimientos se refiere, abandonándola y dejándola sin ganas de vivir. Como vemos es el detonante para que la obra vaya teniendo un sentido más trágico.

  A partir de aquí todo se centra en este protagonista (Montemar) y en por supuesto su altivez y tiranía con todo lo que le rodea. Llevará una vida centrándose solo en él, sin tener ningún ápice de delicadeza con cualquier persona del mundo y sobretodo blasfemara con todo aquello que tenga que ver con lo espiritual. Aquí podemos ver como Montemar hace bromas a Don Diego sobre la muerte de Doña Elvira en una de las escenas:

 D. DIEGO   (Desembozándose con ira.)
                        Don Félix, ¿no conocéis
                       a don Diego de Pastrana?
 D. FÉLIX   A vos no, más sí a una hermana
                      que imagino que tenéis.
 D. DIEGO  ¿Y no sabéis que murió?
 D. FÉLIX    Téngala Dios en su gloria.
 D. DIEGO   Pienso que sabéis su historia,
                       y quién fue quien la mató.
 D. FÉLIX     (Con sarcasmo.)
                       ¡Quizá alguna calentura!
 D. DIEGO ¡Mentís vos!

  El final de la obra es lo más extraño pero a la vez lo más cautivador, ya que nuestro protagonista Don Félix de Montemar, llevado por su curiosidad y sin ser precavido, morirá “castigado”, por un ser superior, el cual le da su merecido por el daño que este hombre ha causado en vida. El camino hacia su muerte es largo, ya que se le aparece ante él una persona vestida de blanco la cual capta la atención de Don Félix. Ella recorrerá andando lugares muy tenebrosos y oscuros los cuales no asustan para nada a Montemar, ya que este personaje se deja guiar por sí mismo sin importarle nada más, Este ser , le va poniendo a lo largo del camino  una serie de impedimentos para que no le siguiese. Impedimentos que cualquier otra persona más humilde en cuanto a sus creencias se refiere, hubiera aceptado, se hubiera alejado de tal ser misterioso y por consiguiente se hubiera librado de una muerte segura.

-Hay riesgo en seguirme. -Mirad ¡qué reparo!
-Quizá luego os pese. -Puede que por vos.
-Ofendéis al cielo. -Del diablo me amparo.
-Idos, caballero, ¡no tentéis a Dios!

-Cada paso que avanzáis
lo adelantáis a la muerte,
don Félix. ¿Y no tembláis,
y el corazón no os advierte
que a la muerte camináis?

  En cuanto a la muerte del protagonista podemos decir que se produce de una manera muy rara. Cuando llegan al final del camino, Montemar es unido en matrimonio con la mujer de blanco que resulto ser Doña Elvira. Como se ha visto anteriormente esta mujer le dice que según avanza con ella está dando un paso más hacia la muerte y Montemar creyendo que es un sueño o algo parecido la sigue sin ningún reparo, prometiéndole que estará con ella sea donde sea. Esta promesa que el protagonista le hace a la mujer de blanco (Doña Elvira) se la recordará luego Don Diego, que se encontraba también en ese mundo sobrenatural, para que supiera por qué se encontraba en aquel lugar y el por qué de su dicha.
  Llama la atención que en un momento de la obra, cuando la mujer de blanco se descubre y lo quiere abrazar, donde parece que Montemar intenta rehuir  la situación que se le presenta, pero ya es demasiado tarde y el cuerpo del protagonista se desvanece quedando sin vida.

  Como conclusión, se observa que la muerte está muy presente en toda la obra, sobre todo al final donde nos deja claro que no hay que llevar una mala vida porque luego esos malos actos se pueden volver contra ti.

Interpretación dudosa


"Siquier de parte de Dios, .
siquier de parte del diablo,
¿quién nos trajo aquí a los dos?
Decidme, en fin, ¿quién sois vos?
y sepa yo con quién hablo"



La obra El estudiante de Salamanca refleja algunas incógnitas sobre su interpretación. El autor no deja las cosas muy claras y juega al despiste sobre todo con su última estrofa.
Lo que si tenemos claro es que se presentan a dos protagonistas claramente diferenciados en cuanto a su actitud. Por un lado tenemos a Elvira una mujer descrita de una manera muy positiva catalogándola de hermosa, tierna y feliz entre otros adjetivos. Es una mujer que pierde la razón llevándola a la locura por el amor que siente  hacia Don Félix de Montemar. Este la abandonara y ella no pudiendo soportar el dolor, muere. Por otro lado nos encontramos con D. Félix de Montemar, un personaje altivo, arrogante, que intenta conseguir ser el mejor  sin importar cómo, burlándose de todo sin tener ningún tipo de respeto. La descripción de este personaje se ira agravando conforme se avanza en la obra, de tal manera  que pasa de ser un segundo don Juan a compararlo con un ser tan malvado como el diablo.
Como hemos podido observar cada personaje representa, podríamos decir, la dicotomía entre “el bien” y “el mal” y es en la última parte de la obra  donde existen más dudas sobre su interpretación. Podríamos decir  que lo que se nos quiere hacer entender es que Dios intenta darle un “castigo” a D. Félix. El  castigo al que le somete es el casamiento de este  con Elvira en la muerte, por haberle destrozado la vida a la pobre dama y por su rebeldía ante todos los aspectos de su vida. El protagonista no siente ningun tipo de arrepentimiento ante su comportamiento hasta el final. Es más, no cree en nada que esté fuera de la razón, por lo que no tiene miedo ni a nada ni a nadie y de ahí que siga a “la mujer de blanco” hasta el final, sin importar si es Dios quien le conduce o el mismo diablo . El protagonista, al principio bromeara como siempre sobre  su castigo, no creyéndose que morirá con ella, pero su propio cuerpo le hará ver que llega la hora de su muerte.

Con esto se nos muestra la idea de que hay alguien divino que analiza la vida que llevas a lo largo de los años y que te sanciona o no, según tu comportamiento.

martes, 7 de enero de 2014

El estudiante de Salamanca



Ha dado en no responder,
que es la más rara locura
que puede hallarse en mujer,
y en que yo la he de querer
por su paso de andadura».

En tanto don Félix a tientas seguía,
delante camina la blanca visión, .
triplica su espanto la noche sombría,
sus hórridos gritos redobla Aquilón.

Rechinan girando las férreas veletas,
crujir de cadenas se escucha sonar,
las altas campanas, por el viento inquietas .
pausados sonidos en las torres dan.

Rüido de pasos de gente que viene
a compás marchando con sordo rumor,
y de tiempo en tiempo su marcha detiene,
y rezar parece en confuso son.

El paseo que realiza Don Félix con esa mujer desconocida y enigmática en el cuarto acto de la obra,  es un recorrido hacia la muerte. Se ofrecen muestras tétricas y oscuras típicas del romanticismo, para mostrar como la vida se ha ido y todo ese mundo de muerte que le rodea es real. La mujer no contesta, no le habla salvo en concretas excepciones, ella es la guía de este camino, ella es la muerte que de la mano lo lleva, un posible castigo a esa vida de lujos y excesos. Hay una alusión mitológica al dios de la tempestad Aquilón, tenemos que recordar que las alusiones a la cultura clásica son muy frecuentes en el estilo literario romántico.
Las pistas que se nos ofrecen para entender que no es un sitio agradable en el que se encuentran son numerosas, si se trata de la muerte sin duda no es una celestial y descansada, sino inferna, la descripción de la oscuridad y el ruido de las cadenas pronostican lo que ya ha ocurrido y lo que nuestro protagonista aun no ha entendido, que probablemente murió en la batalla con Don Diego, y que está haciendo un recorrido hacia la casa de los muertos.

Mas ¡cuál su sorpresa, su asombro cuál fuera,
cuando horrorizado con espanto ve .
que el uno don Diego de Pastrana era,
y el otro, ¡Dios santo!, y el otro era él...!

Él mismo, su imagen, su misma figura,
su mismo semblante, que él mismo era en fin:
y duda y se palpa y fría pavura .
un punto en sus venas sintió discurrir.

Al fin era hombre, y un punto temblaron
los nervios del hombre, y un punto temió;
mas pronto su antigua vigor recobraron,
pronto su fiereza volvió al corazón.

-Lo que es, dijo, por Pastrana,
bien pensado está el entierro;
mas es diligencia vana
enterrarme a mí, y mañana
me he de quejar de este yerro.


Durante este recorrido infernal Don Félix es testigo del entierro de dos hombres, aquí se da cuenta de que uno de los cadáveres reza con el nombre de Don Diego y el otro con el suyo propio. Esta predicción exacta es la primera que nos confirma la muerte de Don Félix, sin embargo a pesar de en una primera instancia haber temido y dudado acerca de si estaba vivo o muerto, su seguridad y confianza, su altanería y soberbia, hace negarse la evidencia clara de su muerte, alegando ser imposible este hecho ya que él está vivo. Sin duda el tratamiento que recibe aquí la muerte, la forma de morir y el reconocimiento de su propia muerte, está tratado con un halo fantástico y maravilloso la realidad de la vida se esfuma para mostrarnos la realidad de la muerte, una forma muy típica y singular que tiene el romanticismo de mostrarnos siempre el momento que alcanza todo ser vivo, la muerte.


Ana García Romero