jueves, 19 de diciembre de 2013

Un reo de muerte

“Sonreíame todavía de este pequeño recuerdo, cuando las cabezas de todos, vueltas al lugar de la escena, me pusieron delante que había llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había robado acaso a la sociedad, iba a ser muerto por ella; la sociedad también da ciento por uno: si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré el reloj: las doce y diez minutos; el hombre vivía aún... De allí a un momento una lúgubre campanada de San Millán, semejante el estruendo de las puertas de la eternidad que se abrían, resonó por la plazuela; el hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. «La sociedad –exclamé– estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre.»”

Este es el último fragmento del artículo de Mariano José de Larra: << un reo de muerte>>. Dicho artículo es publicado en la Revista Mensajero el 30 de marzo de 1835 bajo el seudónimo de Fígaro.
Larra incorpora a través de sus artículos un concepto de la literatura totalmente actual: <<escribir es comprometerse con la situación general de la cultura, la moral, la religión, las relaciones familiares, las costumbres, etc. >>
Son artículos de costumbres en las que hay una crónica social de la España del siglo XIX en que pervivían los anacronismos del antiguo régimen. Es una época de gestación y parto de nuevas formas políticas y sociales. Nuestro autor escribe sobre la triste realidad, pues toma conciencia de la ignorancia, la miseria, el miedo y la indecisión y esto hace que se impida adquirir una verdadera personalidad como nación.
Frente a los artículos de costumbres de Larra, tenemos a Mesonero y Estébanez, que serán artículos de nostalgia de algo que se va, que se desmorona, que decae. Son dos concepciones del mundo, opuestas y contradictorias, que se resumen en dos posturas: la del conservador y la del progresista.
El tema principal es la pena de muerte, la cual el escritor está totalmente en contra al pensar que es inhumano. Otro de los temas que se ven es la presencia de armas en la sociedad, la morbosidad del pueblo o la arrogancia de clase.
A finales del siglo XVIII existe en la mayoría de los países una forma de ejecución. En Francia, por ejemplo, apareció la guillotina mientras que en España se prohibió el ahorcamiento en 1832, sustituyéndola por el garrote vil, un medio para que el sufrimiento de los condenados fuese más rápido.

El fragmento elegido nos cuenta el momento en el que el reo ya es llevado a su pena de muerte. Es una reflexión moral de la sociedad, en contra de la situación a la que están llegando y por culpa esa sociedad va a morir en medio de un público que parece que ni siente ni padece. Finalmente el reo es matado mediante el garrote vil. Por medio de la antítesis “si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él” el autor nos muestra la forma que tenía la sociedad de castigar a los que había hecho el mal.


A medida que la situación política se deterioraba, hasta ofrecer al escritor la visión de una realidad inmóvil, hundida en un pasado de deshonra, la amargura se convertía en la nota dominante de sus artículos, por encima de su prosa elegante e imaginativa.  Según José Luis Valera, así son: “sus artículos finales no cuentan; cantan, sollozan líricamente. En los últimos meses de su vida es literalmente que escribir es llorar, es monologar sin auditorio, es verdad también que en cada artículo enterraba una esperanza o una ilusión (…)

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