Como bien se expresa en
el título de la obra, Don Juan Tenorio
es un drama religioso-fantástico, a continuación hablaremos brevemente de la escena
V del acto primero de la parte segunda, donde en un escenario lúgubre y romántico se dan lugar estas referencias
religiosas claras.
Cinco
años después de haber huido de Sevilla tras acabar con la vida de Don Luis Mejía
y Don Gonzalo de Ulloa, Don Juan Tenorio regresa a casa de su padre. Éste ha
fallecido en su ausencia, y para su sorpresa, su casa es ahora un cementerio que
alberga las tumbas de Doña Inés, muerta de soledad y amor tras su abandono, y
los dos muertos por la espada de Don Juan. La tumba de Doña Inés es una
sorpresa ya que no sabía que se encontraba muerta, de repente se le aparece la
sombra de Inés.
SOMBRA. Yo
soy doña Inés, don Juan,
que te oyó en
su sepultura.
JUAN. ¿Conque
vives?
SOMBRA. Para
ti;
Mas tengo mi
purgatorio
en ese mármol
mortuorio
que labraron
para mí.
Yo a Dios mi
alma ofrecí
en precio de
tu alma impura,
y Dios, al ver
la ternura
con que te
amaba mi afán,
me dijo
«Espera a don Juan
en tu misma
sepultura.
Y pues quieres
ser tan fiel
a un amor de
Satanás,
con don Juan
te salvarás,
o te perderás
con él.
Por él vela:
mas si cruel
te desprecia
tu ternura,
y en su
torpeza y locura
sigue con
bárbaro afán,
llévese tu
alma don Juan
de tu misma
sepultura.»
Inés al verse sola y
abandonada muere, al llegar ante Dios sigue enamorada de Don Juan a pesar de
todo lo que le había ocasionado, le cede su alma en compensación al alma
pecadora de nuestro protagonista y Dios le otorga la oportunidad de esperarlo
en su sepultura. Si Don Juan se redime de todos los pecados y gana el amor hacia
Doña Inés, ellos tendrán el perdón y la ascensión a los cielos; si por el
contrario sigue pecando y no se arrepiente, tanto él como Doña Inés sucumbirán en
las sombras.
Esta prueba de amor solo
es capaz de realizarla un alma cándida y limpia como la de Inés, y la forma de
Dios para ponerla a prueba es ese purgatorio en el que vive hasta que regresa
Don Juan. Dios, la religión, y el purgatorio como lugar de detrimento de los
pecados por los que paga Inés en su nombre y en el de su amado, nos muestran
que hay una religiosidad real y una creencia autentica, prácticamente fantástica
de la obra de Dios en el libro.
Es perdonado Don Juan gracias al amor que Inés le procesa
y por el que espera cinco años a que regrese para morir y vivir eternamente
juntos. El cristianismo que ofrece la opción
de la redención a todo pecador momentos antes de la muerte es el que
vemos reflejado aquí. Aunque pareciera que unas acciones como la de nuestro
protagonista jamás hubieran podido ser perdonadas por la justicia divina, una
fuerza igualmente grande como la del amor que le procesa su amada, intercede
por él hasta conseguir el arrepentimiento de Don Juan y el consiguiente descanso
eterno junto a Doña Inés.
Ana García Romero
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