Este texto
me parece una fabulosa muestra, no solo ya del estilo romántico, sino el inicio
de un esplendido tema como me parece la fantasía espectral europea.
El relato
comienza hablando de un pueblo semiruinoso en el que a medida que avanza la
historia conocemos que ha habido un caso de muerte. Además esta no ha sido por
causa natural sino que se ha debido a un accidente violento.
Antes que
nada me gustaría resaltar como a medida que se cuenta la historia un punto
importante es una cena con gran asistencia en la que el anfitrión justo antes
de su fatal accidente pronuncia su discurso: “Gocemos hoy de nuestra dicha,
apuremos la copa del placer. Quizá el
llanto llegará de un momento a otro”. Estas palabras casi que anuncian lo
fatal. Es como un hechizo de invocación a lo malo, a la desgracia que viene.
Una vez que
el anfitrión fallece a causa de la coz de su caballo, comienza una serie de
sucesos de carácter sobrenatural que conmocionan al pueblo. Desde la lluvia que
no cesa hasta que el muerto es enterrado hasta vecinos que son perturbados y
atacados por un espectro de malas intenciones.
Este
personaje que aparece en el relato es muy parecido a los “revivientes” de los
que hablará el monje Agustín Calmet dentro de
su tratado sobre criaturas sobrenaturales. Estos también son conocidos
en la tradición rumana como “strigoi”. Son seres de ultratumba, espíritus
atormentados que vuelven a la vida y realizan fechorías hasta causar muertes de
ancianos y seres queridos.
Esta es una
fabulosa historia de la tradición que muestra este género tan romántico en el
que la muerte y la vida se encuentran entrelazados con un toque religioso. El
final del relato es sensacional ya que el cadáver es muy difícil de eliminar y
solo el fuego redentor es capaz de hacer desaparecer el mal.
Juan Jesús
González Moreno
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