Texto 1: “Desde el sitio donde estábamos, ya podíamos seguir
con la vista el curso del Bistriza, de riberas esmaltadas de bermejeantes
viñedos y de altas campánulas de flores blancas. Bordeábamos un abismo en cuyo
fondo corría el río, que en aquel lugar tenía apenas forma de torrente, y
nuestras cabalgaduras tenían escaso espacio para caminar dos de frente. Nos
precedía un guía, quien, inclinado de flanco sobre la grupa de su caballo,
cantaba una canción morlaca, cuyas palabras seguía con singular atención. El
cantor era también al mismo tiempo el poeta. Necesitaría ser uno de aquellos
montañeses para poder expresarnos la melancolía de su canción con su salvaje
tristeza, con toda su profunda sencillez. Las palabras de la canción eran poco
más o menos las siguientes:"¡Vean allí ese cadáver en la
palude de Stavila, donde corriera tanta sangre de guerreros! No es un hijo de
Iliria, no; es un feroz bandido, que después de haber engañado a la gentil
María, robó, exterminó, incendió."Rauda como el relámpago una
bala ha venido a atravesar el corazón del bandido; un yatagán le ha tronchado
el cuello. Pero, oh misterio, después de tres días, su sangre, tibia aún, riega
la tierra bajo el pino tétrico y solitario y ennegrece el pálido Ovigan."Sus ojos turquíes brillan
siempre; huyamos, huyamos: guay de quien pase por la palude cerca de él: ¡es un
vampiro! El feroz lobo se aleja del impuro cadáver, y el fúnebre buitre huye al
monte de calvo frontis."De pronto se oyó la detonación de un arma de fuego y el silbar de una bala.
La canción quedó interrumpida, y el guía, herido de muerte, se precipitó al
abismo, mientras su caballo se detenía temblando y tendiendo la inteligente
testa hacia el fondo del precipicio, donde desapareciera su dueño. ”
Texto 2: “[…] Donde veis este pueblo tan miserable y decaído, fue en su tiempo una
gran villa, cuyo señor, de ejemplar conducta al parecer, gozaba de gran
prestigio entre sus moradores. Sucedió que, con motivo de una fiesta religiosa,
dio un espléndido banquete al que asistieron muchas ricas familias de la
comarca, y se cuenta que llegaron a reunirse hasta cien convidados. En medio de
la algazara y alegría del festín, al echar un brindis, pronunció estas palabras
con tonante voz: “Gocemos hoy de nuestra dicha, apuremos la copa del placer.
Quizá el llanto llegará de un momento a otro.”
No bien había acabado de
decir esto, entró un criado y le anunció que se prendía fuego a sus mieses y
era preciso acudir sin demora. Bajó a la cuadra a tomar un caballo por llegar
mas pronto, y al tiempo de ir a montarle recibió una coz en el estomago, que le
hizo exclamar: “Muerto soy”.”
El primero de los textos que hemos
utilizado para nuestra comparación pertenece al cuento La dama pálida de Alejandro Dumas, y el segundo a El aparecido, de autor desconocido. En
ambos textos, la muerte ocupa un plano principal en la trama, pues a través de ella
los personajes se van a convertir en seres sobrenaturales, lo cual es la
temática de ambos cuentos.
En el fragmento
extraído de La dama pálida, la muerte
que aparece no es la de ninguno de los personajes principales; no obstante, es
la que mas semejanzas tiene con la
muerte del protagonista de El aparecido.
Si analizamos ese primer texto, primero hay que aclarar que el personaje que va
a morir es el guía que está encabezando la expedición de Edvige, protagonista
del relato, la cual está huyendo de su castillo que va a ser capturado por los enemigos
de su padre. Este guía aparece cantando una canción, que, en cierta manera,
anticipa su propia muerte y desvela el misterio que posteriormente se producirá
con la muerte de Kostaki, otro de los protagonistas: "¡Vean allí ese
cadáver en la palude de Stavila, donde corriera tanta sangre de guerreros![…] ¡es
un vampiro!”. En el segundo texto,
encontramos algo parecido: el protagonista de la historia, del cual nunca
sabremos su nombre, va a morir y anticipa esta muerte pronunciado durante un
brindis la siguiente sentencia “Gocemos hoy de nuestra dicha, apuremos
la copa del placer. Quizá el llanto llegará de un momento a otro.” Tanto en uno
como en otro texto, la desgracia llega a los personajes en cuanto terminan su predicción.
Una de las diferencias entre ambas muertes es el tiempo que transcurre en ellas,
ya que en el primer caso, el personaje es abatido inmediatamente, sin tiempo
casi de terminar la canción, mientras que en la segunda, el personaje muere tras
bajar a la cuadra, ser herido, y pasar por una larga agonía.
Otra de las
semejanzas que encontramos, es la presencia del caballo en ambas tragedias. En
uno, sirve como ejecutor de la propia muerte y en la otra simplemente aparece
como parte de la ambientación y también sirve para dar a la escena un mayor
dramatismo, pues el personaje no solo muere sino que además cae al abismo, hecho
que vemos a través de los ojos del caballo. En cualquier caso, parece
significativa la presencia de este animal porque a menudo, en la historia de la
literatura, se le ha vinculado con simbología referida la muerte, como por ejemplo
los jinetes del apocalipsis, o, teniendo también en cuenta, que es un animal que
simbólicamente se ha usado para viajar a otras dimensiones, como el cielo o el
infierno. En este caso, se podría interpretar en ambos textos la caída de los personajes al infierno: en el
primer fragmento, se dice que cae al abismo, espacio que se suele usar como sinónimo
del infierno y aun mas si tenemos en cuenta que las últimas palabras del malogrado
personaje están referidas a un ser sobrenatural como es el vampiro; en el
segundo, el caballo da muerte al personaje pero este se convierte en un ser
también sobrenatural, ni vivo ni muerto y acaba siendo quemado, lo que recuerda
también al infierno. Aparte es muy revelador lo que el personaje dice mientras
está muriendo: “!Son muy grandes mis pecados, y Dios no me los perdonará jamás!”.
En
conclusión, estamos ante dos textos que vuelven a ejemplificar la importancia
que durante el Romanticismo cobra la muerte, en una época de total desasosiego
donde esta es vista no solo como consecuencia negativa de nuestros actos sino también
como la única salida que tienen los hombres para escapar del mundo, la ultima expresión de libertad del ser humano.
MªTeresa Reyes